domingo, 19 de febrero de 2012

Comunismo, Anarquía, Nihilismo

El punto de partida se encuentra en las páginas del Ruta de este mes. En ellas Ignacio Julià apunta con su linterna aquí y allà el universo de un combo con peso propio en la música popular del siglo XX: CAN, dejando ver retazos de los miembros de la banda, fogonazos de ideas, vivencias y comentarios de sus componentes.

Y este punto de partida me da la excusa perfecta para traerlos al blog.

Me gustaría hablar de Stockhausen, del krautrock, de demasiadas cosas para hacer sencillo el post. Así que resumiré.

Años arriba o abajo es en la década de los 60 cuando una serie de compositores "serios" y académicos, miembros de la cultura oficial, esa que bebe de los conocimientos más elevados, se plantean la introducción en la composición del elemento electrónico. Éste les abre posibilidades hasta entonces ajenas a la instrumentación tradicional. No sin polémica comienzan a experimentar con técnicas de sampleo o se dedican a comprobar los límites de los sintetizadores (por llamar de alguna manera a lo que había disponible en aquel momento) y su capacidad para interactuar con los timbres conocidos.

Uno de estos músicos académicos fue Karlheinz Stockhausen. No entraremos en la obra de este afamado señor, pero sí le utilizaremos como lo que fue, un punto de referencia para muchos de los artistas alemanes que, desde la mitad de la década del amor, dieron forma y sentido a aquello que se llamó krautrock.

El término krautrock es en sí un juego de palabras. La col (kraut en alemán) forma parte de la cocina tradicional germana, especialmente como acompañamiento a carnes y tratada con sal vinagre para conseguir la fermentación que acabará en el chucrut. Pero kraut fue también una forma despectiva utilizada tras la Segunda Guerra Mundial para referirse a los alemanes. En definitiva, el propio movimiento utilizó la acepción para notar ese aire alemán diferenciador respecto de la música que iban a tomar como punto de partida. Y, ¿cuál era ese punto de partida?. Pues obviamente no buscaron fuera de este planeta. Tomaron los nuevos sonidos que, desde la gran manzana, ya se extendían por todos los oídos inquietos del globo. Los nuevos caminos abiertos por The Velvet Underground, pero también el rock progresivo de los Pink Floyd, los trabajos a la batería de John Bonham, de Keith Moon, de los Beatles más psicodélicos, las actitudes abiertas y heterodoxas de un Zappa.

Sin embargo el krautrock, que sí podría tener sentido como movimiento, no lo tuvo como género musical. Me pasa con él lo que me ocurre con el post-punk. Es un cajon de sastre donde encontrar músicas muy diferentes entre sí. Genera un marco, una cultura de regeneración de la base popular del arte dejando que este se desarrolle sin reglas fijas.

El krautrock tuvo influencias decisivas en grandes nombres de la música anglosajona. Quizás los más conocidos los personificados por David Bowie (no hace mucho comentábamos aquí uno de sus LPs de la llamada etapa berlinesa), Iggy Pop, Brian Eno o Lou Reed (que al contrario que su colega Cale, fue más influenciado que influencia).



CAN (Communism, Anarchism, Nihilism) fue uno de los grupos que conformaron el extenso abanico del krautrock. Ignacio Julià, en su comentado artículo, nos va dejando pinceladas de sus componentes, de Irmin Schmidt a los teclados, del gran Jaki Liebezeit a la batería, de Holger Czukay al bajo, de Michael Karoli a la guitarra o de Damo Suzuki (sin olvidar al breve Malcom Mooney) a la voz. Lo hace tomando como excusa la reedición de Tago Mago, un trabajo en que los alemanes alcanzaron una de las cimas de su composición. El artículo se encuentra sólo en la edición de papel (o no lo he sabido encontrar en la versión web), de forma que poco puedo hacer para enlazarlo, aparte de animaros a invertir 4,50EUR en el primer kiosko decente que encontréis (que esa es otra).

Una de las características que los propios integrantes de CAN refieren respecto a su método de composición es la paridad llevada al extremo. Para ellos cada instrumento tiene el mismo peso (voz incluida). No existe un motor que arrastra todo lo demás. Es la conjunción de todos lo que produce el sonido, la comunión en la composición y en la interpretación. Cuentan como, de sus propios ingresos gracias a sus ventas y actuaciones, destinaban parte a la propia financiación del grupo.

No es este el post de las melodías pegadizas. Es más bien el de señalar con el dedo esas otras músicas que descubrir. Y, en este caso, no hablamos de ninguna subcorriente underground. El krautrock no es mainstream, pero sí es una parte fundamental e indiscutible de la música popular. Sin gente cono CAN, pero también sin gente como NEU! o Kraftwerk, no tendríamos la música electrónica que conocemos hoy día, o al menos tal y como la conocemos.



Cosas buenas a tod@s.

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