lunes, 27 de agosto de 2012

It's a Blues riff in B, watch me for the changes, and try to keep up

En lo profundo de Louisiana, cerca de Nueva Orleans.
En el camino de vuelta, entre los árboles de hoja perenne,
hay una cabaña hecha de tierra y madera,
donde vive un chico de pueblo llamado Johnny B. Good
que nunca en su vida aprendió a leer y a escribir,
pero que podía tocar la guitarra
como quien toca una campana.

Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Johnny B. Good.

Solía llevar su guitarra en la funda de una escopeta,
o se sentaba bajo un árbol al lado de la vía del tren.
Oh, un maquinista lo podría ver sentado ahí en la sombra,
rasgueando al ritmo que marcaban con sus trenes.
La gente pasaba y paraba para decir:
"Oh, Dios mío,
¿pero éste pequeño chico de pueblo puede tocar?"

Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Johnny B. Good.

Su madre le dijo una vez
que algún día se haría un hombre.
Y que sería el líder de una gran banda.
Gente viniendo de muchas millas a la redonda
para oirte tocar tu música hasta que el sol se ponga.
Quizá algún día tu nombre se encienda
diciendo "Johnny B. Good esta noche".

Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Venga, Johnny, venga.
Johnny B. Good.


Señoras, señores, esto es, sencillamente, rock'n'roll.

La traducción, vaya por delante, me ha gustado tanto que la fusilo aquí alterando mínimamente alguna tilde que se había colado en el original. Puede encontrarse aquí

Pero volviendo al tema... estamos posiblemente ante el mejor rock'n'roll de todos los tiempos. Por todo. Por la canción en sí, por su melodía y la puerta que abre a la ejecución, por la letra autodescriptiva envolviendo el sueño américano y la tradición iniciática, por la trascendencia, que la ha hecho, con el tiempo, referencia y modelo a seguir por la crema de la musicalidad popular mundial. Pero no sólo nos encontramos ante un rock'n'roll sublime, tenemos ante las narices una de las grandes canciones de todos los tiempos. De esas de llevarse a la isla desierta. Si no es con ella con cual otra podríamos perder la cabeza para pronunciar desvaríos como que "habría que escucharla de rodillas", idas de cabeza al promulgar que "Dios es negro y toca la guitarra", alucinaciones verbales al nivel de "que me entierren mientras suena y me dejen el transistor encendido al lado".
Ésta (ésta sí que sí) es de las gordas.

Algunos datos facilmente encontrables por la red. La escribió el propio Chuck Berry y se editó en el 58. Alcanzó el número #2 del Billboard en Hot R&B Sides y el #8 en el Hot 100.

Pero una pregunta elemental, si la letra, como decimos, es autodescriptiva (léase autobiográfica), por qué "Johnny" y no "Chucky"?. Pues el responsable fue un tal Johnnie Johnson, un pianista que colaboró con Berry en muchas canciones. De hecho fue Johnson quien aceptó a Berry en el 53 para tocar en su combo (The Sir John Trio), y fue él mismo quien comenzó la composición de muchos de los temas al piano, melodías que más tarde Berry adaptaba y hacía crecer en la guitarra eléctrica para escribir finalmente las letras.
Berry fue, ante todo, un guitarrista tremendo, innovador pero a la vez captador de la escena americana y de lo que se movía dentro. De hecho, la misma introducción a la guitarra de este tema ejemplifica la influencia que, sobre el de Saint Louis, tuvo un grande de la musica popular de aquel entonces, Louis Jordan.
Y lo de Good? De la calle en la que creció el propio Berry en Saint Louis: Goode Avenue.

Cientos de músicos han interpretado este tema a lo largo y ancho del mundo desde finales de los 50, desde Jimmy Hendrix a The Beatles. Por citar algun caso curioso, el mismo Johnny Winter en el famoso Woodstock'69. Incluso la NASA envió en el Voyager en el 77 una copia del tema como parte de la representación de la cultura norteamericana.
Más cerca, hasta la muerte de Pepe Risi, los Burning siempre cerraban sus conciertos tocando hasta la extenuación este imperecedero rock'n'roll.

Sin embargo, en mi pequeña y particular cultura personal, un pequeño detalle me trajo la canción para quedarse ya por siempre: Marty McFly subiéndose al escenario en la recta final de Regreso al Futuro (Back to the Future, Universal Pictures, 1985), tomando la guitrarra eléctrica, y dirigiéndose a la orquesta frente a la espectación del gimnasio abarrotado de adolescentes: "It's a Blues riff in B, watch me for the changes, and try to keep up"... y empezaba a sonar el riff espectacular de...Johnny B. Good.

Cosas buenas a tod@s.

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Deep down in Louisiana close the New Orleans
Way back up in the woods among the evergreens
There stood a log cabin made of earth and wood
Where lived a country boy named Johnny B Good
Who never ever learned to read or write so well
But he could play the guitar
just like ringin a bell
Go, go, go jonny go go
go johnny go go
go johnny go go
go johnny go go
johnny be good
He used to carry his guitar in a gunny sack
Or sit beneath the tree by the railroad track
Oh an engineer could see him sitting in the shade
Strummin' to the rhythm that the drivers made
People passing by they'd stop and say
Oh my
but that little country boy can play
Go, go, go jonny go go
go johnny go go
go johnny go go
go johnny go go
johnny be good
His mother told him
some day you will be a man
And you will be the leader of a big old band
Many people coming from miles around
And hear you play your music till the sun goes down
Maybe someday your name gonna be in light
Sayin' Jonny be good tonight
Go, go, go jonny go go
go johnny go go
go johnny go go
go johnny go go
johnny be good

domingo, 26 de agosto de 2012

Un ejercicio de arrogancia

Escuchar a Los Ilegales no es un ejercicio de arrogancia (como su vocalista y alma, Jorge Martínez, decía que era el rock'n'roll) sino un placer inexcusable y hasta me atrevería a decir que de obligada práctica. Especialmente en éste su primer y homónimo trabajo, un producto del 82 que, gracias a alguien con dos dedos de frente, fue relanzado en el 2005 por los propios miembros del grupo para disfrute de la chavalería.


Y empezaré por el valor icónico del álbum. A mi parecer la gran portada del rock ibérico de los 80. Incluso diría que la gran portada del rock ibérico de todos los tiempos. Una foto de la genial Ouka Lelé presentando a un tipo maduro y desesperado segundos antes de descerrajarse un tiro en la sien. Impactante y a la vez agridulce con el juego de colores cálidos haciendo hasta...¿agradable? la escena. Postal muy propia para estos tiempos revueltos donde la mitad de la población desespera por buscarse la vida y la otra mitad desespera por poder respirar mientras lo hace. Tiempos de rock'n'roll apropiados para recetas sin copago a base de píldoras guitarreras y sonidos ácidos y cortantes como los de los asturianos.

Y por supuesto, dentro, las canciones.
Éste es un trabajo del que podría pararme casi en cada tema. No es que todos los diecisiete temas (la re-edición contaba con un jugoso añadido sobre los doce cortes del trabajo inicial) sean obras maestras, pero podría sin mucho margen de riesgo citar algunos rápidamente como canciones del más alto nivel de la música popular patria. Léase Tiempos nuevos, tiempos salvajes, Yo soy quien espía losjuegos de los niños, Me sueltan mañana, ¡Hola mamoncete!, La casa del misterio o La fiesta.

Y me gustan los dos componentes básicos de la fórmula, letra y melodía. Las letras de Jorge no son gratuitas. Dentro de la aparente simplicidad juegan con la ironía y la capacidad de sorpresa, de pregunta o de indignación del oyente. Con su intranquilidad incluso, si me permitís. Adentrándose de pleno en la incorrección política para dar a luz cortes como Heil Hitler!, del que el propio vocalista y compositor diría años después que había sido un ejercicio de provocación calculado, dirigido a escandalizar y meter el dedo en el ojo a los hippies que no una forma de alineación con grupos de extrema derecha. El caso (y esto es más de mi propia cosecha) es que cierta juventud cercana a esta tendencia sí que asumió a grupos como Los Ilegales (o Los Nikis, sin ir más lejos) como altavoces más o menos dicharacheros de sus planteamientos. Mucha parte de esa masa ligada con grupos ultras de clubes de futbol de grandes ciudades. Me pregunto, sin embargo, qué actitud tomarían estos chavales delante de temas (sigamos centrados con Los Ilegales, que de eso va el asunto hoy) como Princesa equivocada (de la que Maná podría hacer un cover cualquier día y la práctica totalidad de su parroquia la tomaría como composición original) o No me acaricies el pelo (de la que el mismísimo David Summer podría salir airoso). Posiblemente avanzaban la cinta. O posiblemente se quedaban en la espuma de la superficie de un par de frases intransigentes y no hacían el más mínimo análisis musical de lo escuchado. Eso sería entrar en cultura.
Y me quedaba la otra mitad, la melodía. Esas guitarras, con sus reminiscencias ska, la directa, sencilla pero eficiente producción (pensémos cuándo se hizo y de qué grupo por aquel entonces hablamos). Unos golpes melódicos en algunos temas sencillamente geniales.

Y dos nombres curiosos para acabar que tienen mucho que ver con el punto al que llegaron los asturianos. Una vez más (y van mil) Jesús Ordovás (comentarista y divulgador musical en mil frentes, Disco Express sin ir más lejos, o director del Diario Pop de Radio 3 desde el 79) quien les abrió las puertas de la masa, o, y esto sí que es una sorpresa que leo en La Fonoteca, Víctor Manuel (el de Ana Belén, sí), que metió mano y les pasó para su segundo trabajo a grabar para Epic (de la que era accionista) mediante la compra de la Sociedad Fonográfica Asturiana. Los empujones de ambos son los que hicieron que su nombre comenzase a circular de boca en boca en aquellos mediados 80 de movidas madrileñas y grupos de rock urbano.

Dos cortes de este su primer álbum para ejemplificar lo hablado. Pero no los más punteros, para esos tengo otros destinos que vendrán con el tiempo.

Cosas buenas a tod@s.



jueves, 23 de agosto de 2012

Trascendencia y Maroon 5

Algunos no le perdonan a la música no ser trascendente.

Desestiman cualquier letra que no conlleve un mínimo grado de involucración, protesta o descripción social. Toda aquella melodía que no investigue o se recree sobre el sonido y la técnica, sobre los horizontes que alcanzar con los instrumentos, voz incluída. O que al menos rinda pleitesía a la rancia tradición de los ancestros bebiendo directamente de sus fuentes. Insultan a los que no navegan en busca de nuevos sonidos, a los que huyen de la experimentación y viven acomodados en la fórmula.
A mí éste me parece un talibanismo tan barato como el de aquellos que corren a colgar la etiqueta de snob a todo lo que sus oídos no comprenden. A tachar de "raritos" a los oídos no acomodados e insatisfechos que escarban en las webs y entre las cajas de conglomerado de las tiendas de discos.
Nunca se pondrán de acuerdo. Así debe de ser. Pero hoy quería hablar a los que no perdonan a la música no ser trascendente. Y ahora empiezo una segunda historia.

Este verano que nos ocupa, estaba yo una noche durmiendo en casa de mis suegros, junto a una ventana abierta de par en par que daba al patio interior de un edificio de cuatro plantas. Cuando digo durmiendo quiero decir durmiendo, incosciente.
Miré la hora al verme despertado pero no la recuerdo. Pongamos que fuesen las 2:40 de la mañana. Noche cerrada. Calculo que unos buenos 28 grados en canal. Y hete aquí que me sube por el ojo de patio a las orejas una desconocida melodía. Un chin-chin ronroneante que me generó un efecto capicúa de cabreo-atención-cabreo que acabó por desvelarme.
La responsable era la vecina adolescente (lo supe luego) del primero (esto era evidente sacando la cabeza por la ventana e identificando de dónde provenía la música).
Posiblemente de vuelta de jarana, la amiga se acopló a los altavoces de su ordenador e ignorando hora y vecindad nos regaló con un tema nuevo a mis entendederas durante unos 10 minutos largos. Una y otra vez. El efecto capicúa se explica por mi primera reacción al verme despierto, por mi segunda reacción al no reconocer la canción pero ver que me brindaban la oportunidad de repetirla y por mi tercera reacción al comprobar que la repetición caía en la reiteración aguda y acababa en el comportamiento obsesivo-compulsivo del "tíííaaaa! que canción más chula, mola que te cagas".

Chisté dos veces por el ojo de patio. La segunda, más fuerte, se escuchó y se terminó la fiesta. Yo haciendo estas cosas. Ay la edad!.

Siguió el verano y de pronto comencé a escuchar la canción en las terrazas, en las emisoras de radio (con una profusa intención a no publicar el nombre ni del tema ni del grupo), y unas cosas con otras acabé convirtiendo el tema en un sodoku que terminar cuadrando.

El sodoku lo acabé ayer con la ayuda de una amiga que no falla en estos asuntos. Sonó en la radio de la oficina y no hizo falta ni esperar a terminar mi frase. Maroon 5. Payphone.


Esto es lo que se puede llamar un tema "pegadizo", ya sabéis, catchy.
No creo que pretenda nada ni lo busque. Toma una melodía sencillita y efectiva y la producción está a un nivel descomunal. Es un producto técnico de primera. Las nuevas generaciones se están acostumbrando a unos acabados que Ford sólo incorporaba en los modelos Ghia.
 Como no conozco mucho a los Maroon no entraré en detalles con ellos, pero la próxima vez que me los encuentre no los pasaré por alto. Por lo que leo el pecador, no conociéndolos, era yo.

Serà esta la versión 2012 de Eva María se fue buscando el sol a la playa ?

Sacudámonos el polvo de la capa. Con suerte a lo mejor nos sorprendemos tararendo la musiquilla en el ascensor y nos damos cuenta de que tenemos los pies de barro. Como los Maroon.

Cosas buenas a tod@s.




martes, 21 de agosto de 2012

D.E.P. Marvin Hamlisch

El nueve de Agosto,tras la enésima noche de desvelos gracias a esa profusa tendencia de mi hija a los sueños más enigmáticos y perturbadores del silencio estival, me acerqué al supermercado para comprar el periódico y me senté en la terraza de una cafetería cercana a disfrutar un café con leche y una media de tomate con aceite de oliva. Inspeccionando el diario llegué a la página 35 y encontré una reseña tan intensa como breve de Juan José Abad sobre la figura que hoy traigo al blog: Marvin Hamlisch.


La excusa de dedicarle cuatro columnas en una página derecha se debe al reciente fallecimiento de un personaje del que conocía más las obras que la vida misma. Yo, y posiblemente el 90% de los mortales. De hecho, de algunos de sus trabajos (léase la banda sonora de El Golpe) llegué a comprarme el vinilo original pensando que nada (o poco) se había hecho sobre las partituras originales de Scott Joplin.
Por todas estas razones dudaba entre calificar la entrada de HDMNSDSE o un D.E.P., pero me decanté por lo segundo, si bien no tenía su nombre presente, parte de su obra sí forma parte del imaginario personal del siglo XX.
Y qué cuenta Abad del susodicho. Pues, datos musicales concretos basados en fechas y premios aparte, un rasgo de su caracter que me llama poderosamente la atención. Esa cualidad de algunos músicos de transformar lo popular en excelso, de aportar su granito de arena de técnica exquisita y profesionalidad a la música de masas, metamorfoseando lo vanal en algo mesurable para situarlo en el arco superior de la escala.

Hamlisch paseó su talento por la pequeña y por la gran pantalla, por Broadway, y por los escenarios de medio mundo. Podía observar en su vitrina Oscar, Tommy, Grammy, Emmy y Pulitzer. Vamos, de caerse para atrás.
Escuché una vez (disculpas pido por si me falla la memoria, pero escribo sin conexión a Internet) que la canción Goodnight Irene le valió a Howlin Wolf su seguna condescendencia (y por ende la libertad) por parte de un alcaide (en este caso el de la segunda prisión donde fue recluído). Leo que una vez más el tema venía al rescate de un músico de excepción, y es que Hamlisch la utilizó con tan sólo siete años para entrar en la excelsa neoyorquina escuela de música Juilliard. Significativo? más que nada rompedor. Con una expectación clásica, el chaval de nariz pronunciada se atrevía con una motivación sobre un clásico folk.

El año 73 rompe con todo y se hace con tres de las máximas estatuillas al reconocimiento estadounidense al mérito cinemátográfico, dos por las bandas sonoras de The way we were (Tal como éramos) y The Sting (El Golpe)y una tercera a canción original por la canción homónima del primer filme (interpretada por Barbra Streisand).
Sólo dos años después rompía la taquilla de Broadway con A Chorus Line. No soy muy dado al teatro musical, y de hecho poco puedo hablar al respecto, pero nunca es tarde para adentrarse en caminos sinuosos, las largas y sinuosas carreteras que decían los sin ritmo.

Un sujeto, en definitiva, del que merece la pena pararse y escuchar algo. No ahora, que no tengo conexión, sí a mi vuelta a la civilización, cuando revise por última vez estas líneas y, finalmente, las publique.

Almuñecar, a 9 de Agosto de 2012.

Cosas buenas a tod@s.


lunes, 20 de agosto de 2012

Surf ibérico

Los Coronas son un combo que poca presentación necesita a estas alturas de la película.
Se encuentran en mi lista de "debe" junto con miles de bandas y la última semana del curso acabado a  veintisiete de Julio se la dediqué a ellos y ese trabajo de música surf llamado, oh capacidad descriptiva!, Surfin Tecnochtitlan.
A mi lo de Tenochtitlan, dentro de la música, me trae el tema de Casany y sus Seguridad Social a la cabeza (tema que rescataremos en otro momento). Y poco me esperaba yo lo que me iba a encontrar en este álbum.
Instrumental quiere decir instrumental, con lo cual el mayor mensaje que hay es el implícito de reconocer la maravillosa técnica a las seis cuerdas que estos destilan. Le debo escuchas en silencio, sin el crujir de la carretera mascándome la goma de los neumáticos, sin los motores veloces que me avanzan por la izquierda ansiosos de comenzar la jornada, para hacer una de esas escuchas en que buscas las pistas con cuidado, separando los instrumentos en la cabeza saboreando cada nota. Es frikismo musical, pero como todo frikismo, es gozada pura para el que lo disfruta.

Disto mucho de conocer de la música surf algo más allá de las escuchas que la peli Pulp Fiction me indujo respecto del material de Dick Dale y sus Del Tones. Slides acentuadas que hasta se me antojan esperpénticas cuando el oído aún no se ha hecho a sus estructuras. Despertando en el neófito una sensación que me expresó una vez un conocido (y profundo ignorante del cante jondo) al espetarme sin siquiera inmutarse lo más mínimo "en el flamenco hay varios cantes? pero si el flamenco suena todo lo mismo. Es flamenco, y punto". Este sujeto, con el que no por esta razón, vaya por delante, ya no trato, hablaba con la valentía que el desconocimiento imbuye en sus adeptos (yo mismo en miles de campos). Sin embargo esconde una verdad inalienable y universal: cuando las diferencias entre distintos temas entran dentro de lo infinitesimal, de lo mínimo, de lo miniaturizado, el oído desentrenado pasa por alto las diferencias y tiende a englobarlo todo bajo la misma etiqueta. Me pasó inicialmente con Dale y, gracias al ejercicio realizado con él, no me ha pasado ahora con Los Coronas.

Si el solitario (porque no somos una gran comunidad) lector de este blog se atreve con la escucha y se sabe propietario de un oído similar, dése su tiempo, configure en la medida de lo posible el álbum como banda sonora de su cotidianeidad durante un par de semanas, haga de los riffs y los vientos su ruido de fondo particular fusionado al del crujir de las patatas friéndose en la sartén o las risas de los tertulianos del programa rosa de la televisión. Encontrará entonces, tras unos días, la definición precisa. Donde antes el mar se veía uniforme, comenzarán a distinguirse las olas. Que es música surf, de eso se trata.

Cosas buenas a tod@s.


domingo, 19 de agosto de 2012

HDMNSDSE: Hole y Michael Beinhorn

La parte...¿lúdica? del verano marcha y viene la vuelta a la rutina. Tiempo, aún hoy, antes de volver al afeitado de las 6:30, para repasar cositas que he ido indagando durante las tres últimas semanas de temperaturas disparadas y kilómetros varios.
Tengo un par de posts que no me resistí a escribir y que publicaré en breve, pero no he podido dejar para más tarde la idea de este encuentro con Hole y, a través de ellos, Michael Beinhorn.

Si lo de Hole suena a poco, seguramente a casi nadie escapa el nombre de Courtney Love. La ex-isísima del tan añorado por unos cuantos Kurt Cobain, el que fuera líder de Nirvana (creo no dejarme ningún dato en el tintero).
El caso es que andaba yo subiendo cuestas entre olivos cuando a través de los auriculares me vino el sonido de éstos via ese pozo inagotable de sonidos que es caraB, el ya mencionado aquí programa de las madrugadas de esRadio (perfectamente descargable via podcast).
Y me encontré con la cara oculta de un grupo que no tenía adecuadamente situado.
Mencionar exclusivamente a Love como alma de Hole no sería justo. Es más que necesario remarcar a Eric Erlandson, complemento perfecto para esta banda con alma de dúo de sonido grunge-garajero que desarrolló su primigenia acción allá por la última decada del pasado siglo.

Los tengo anotados para hacer una escucha más atenta, especialmente del disco del que escuché canciones, el Celebrity Skin del 98. Pero el post de hoy es un HDMNSDSE, es decir, levantada de bandera y poco más.


Citar que el trabajo lo produce un tipo llamado Michael Beinhorn. Quién es? Un músico y productor de los importantes durante aquella época. Alguien que ha modelado sonidos de Red Hot Chilly Peppers, Soul Asylum, Soundgarden, Ozzy Osbourne o Marilyn Manson. Leo que aborda el Celebrity Skin con la indicación de armonizar y hacer más audible el sonido de la banda y da como resultado un conjunto más radiable, con toques más pop, que le confiere a la postre una nominación a los Grammy.
Lo interesante es leerle en comentarios y diatribas que tiene en su página web. Por desgracia algo desactualizada (parece que lo último entrado es de Febrero del 2010), pero muy interesante en cuanto a contenido (bonito post teorizando y desglosando la música popular: a primer on feel). Una vez utilicé el nombre de Música para leer para un post. Valdría como etiqueta aquí.

Con todo, una banda que tendré en la recámara durmiendo el sueño de los justos hasta que, llegado el día, se me venga a las orejas con el tiempo suficiente.
Un par de muestras aquí.
Cosas buenas a tod@s.