sábado, 27 de octubre de 2012

Taquicardias del averno

Decididamente hay algo entre el trash metal y yo que nos impide coincidir en el espacio y en el tiempo. Y encuentro una primera razón (luego hablaré de la otra). Aquello que passa de 200 BPM me resulta innecesariamente acelerado. Artificioso. Me pasa con buena parte del jungle, me pasa con buena parte del trash.
Sí que creo que es importante, no obstante, juzgar el trabajo donde debería de ser juzgado. Hay música que no está compuesta para irla escuchando en mitad del atasco de las ocho de la mañana. Se trabaja y se diseña para un ambiente diferente, una interpretración en directo por ejemplo, un grupo de personas entregadas a su eco.

El trabajo que me ocupó esta semana es uno de esos discos paradigma de un "estilo". Se titula Reign in blood y pertenece a la banda de metal Slayer.


 Lo primero que me llamó la atención fue la calidad de la grabación. Ya me pasó con aquel Kill em All de Metallica. En aquel caso la sorpresa fue aún mayor por ser el primer trabajo de la banda y por estar producido por un sujeto desconocido para mí como fue Paul Curcio. Del mismo año, 1983, es este Reign in Blood, pero rompiendo esas dos premisas. Primero por tratarse en este caso del tercer trabajo del combo, y en segundo lugar porque hablamos de una producción de ese gurú de las últimas décadas que es Rick Rubin. No es este un post para tratar de él, pero resumamos al absurdo en que ni para la misma banda estaba clara la producción del de Long Island. Venía de un ambiente hip-hop y su mismo sello Def Jam Recordings tenía de cercanía al metal lo que el Cantajuegos.

Sin embargo acercamientos e interacciones por ambas partes dieron lugar al encuentro y por ende a este producto, insisto, técnicamente espléndido.

Por otro lado hay un aspecto de una parte importante del trash con el que me cuesta sentirme identificado. Hablo de todo el lado Cuarto Milenio en cuanto a presencias demoníacas, avernos en llamas donde nos veremos condenados a una vida eterna, almas sufridoras víctimas de ángeles de la muerte proféticos y demás fauna. Impresionante cuando uno tiene doce años (físicos o mentales) pero, siento decirlo por si alguien se siente ofendido pero tengo que ser honesto conmigo mismo,  un poco artificioso cuando uno va cogiendo edad. Comienzos como el de Angel of Death con su

Auschwitz, el significado de "dolor"
la forma en que quiero que mueras,
muerte lenta, caída inmensa,
duchas que te limpian de la vida
o más estilo juego de rol cuando en Altar of Sacrifice dice:

Esperando la hora destinado a morir
aquí, en la mesa del Infierno
Una figura de blanco desconocida para el hombre
acercándose al altar de la muerte
Digamos que en lo lírico no puedo sentirme muy reflejado.

Sin embargo musicalmente es otro asunto. Temas cortos, directos, con una batería llamado Dave Lombardo dejándose las baquetas en el asunto, con dos guitarras, Jeff Hanneman y Kerry King, entrelazando riffs lejos, en la mayoría de casos, de líneas melódicas desarrolladas. Todo el trabajo es una bomba estallando. Una forma de rotura (y aquí es donde más me interesa el desarrollo) con el rock angelino de finales de los setenta. Una manera de dejar atrás definitivamente la psicodelia. Tomando lo justo del punk más hardcore y dando a luz un sonido con personalidad suficiente como para mantenerse en el tiempo.

Una muestra de todo esto, el tema con que se cierra el disco. Más extenso que los demás y más melódico que los demás. Con un inicio inquietante y un final de lluvia. Raining blood.

Cosas buenas a tod@s.




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