sábado, 3 de noviembre de 2012

Una de las mejores canciones jamás escritas

Vereis, yo tuve una vez 16 años. Y tenía un amigo con el que de tanto en tanto me sentaba a escuchar vinilos de flamenco y de los Beach Boys. Sí, así de diferente era la cosa. Pasábamos de esa jota aragonesa tamizada por el saber de Cádiz que son las alegrías al puro sonido pop californiano de los 60. Y por supuesto discutíamos. No estábamos de acuerdo con cual era la mejor melodía. Nunca. Creo que más por el hecho de sobreponer nuestra opinión sobre la del contrario que por ser mínimamente capaces de emitir juicios críticos con base y fundamento.

Con permiso me centraré hoy en el sonido californiano. Otro día hablamos de flamenco.

Mi amigo venía de un sitio con mar. Pasaba sus veranos junto a la playa y luego arrastraba su melancolía durante todo el invierno. Ser de un sitio diferente al que vives te transfiere una identidad específica a la que poder agarrarte cuando se siente el vértigo de parecerte demasiado a lo que te rodea y, por ende, acabar completamente desapercibido. Los Beach Boys significaban su banda sonora particular. Me grababa cintas sobre unos tipos con los que luego no podía hacer nada el resto de las horas del día que no pasaba con él. Nadie los conocía. Nadie los escuchaba. No los pinchaban en los bares. Pero poco a poco me fui acostumbrando a sus canciones, a su personal forma de entender la música, a sus recurrentes temas de chicas, coches, playas, el dorado e idílico panorama de postal de la soleada California. Y empecé a distinguir sus canciones.


Mucho tiempo después mi interés por la música fue más allá de la mera escucha. Y por otros caminos llegué a sitios donde antes me había encontrado sin saberlo. El más evidente de ellos la canción que hoy traigo al blog. Personalmente con la que más me identifico de Brian Wilson y los suyos. Y leí en una ocasión la historia de un loco con una idea en la cabeza. Un obseso compulsivo que se encerró en un sótano con un cuatro pistas y una coda en la cabeza y no paró hasta dar con una composición enorme, livianamente perfecta, un tema que dió alma a un trabajo excelso que se llamó Pet Sounds. Si esa historia que leí describía o no literalmente lo que ocurrió me es igual a estas alturas, prefiero creérmela que conocer la verdad y destrozarla.

Cuando conocí esta canción, cuando la interioricé, no sabía inglés como para comprender su letra. No me quedó otra que inventármela, igual que hacía con el resto de canciones. Y hablaba de cosas cojonudas e increibles. Con el tiempo fui capaz de entenderla. Y, lo reconozco, me llevé una pequeña desilusión. No le había dado yo una temática tan conservadora y republicana. Decidí pues olvidarme de la letra y volver a mis carreteras abiertas, mis atardeceres junto al Pacífico y mis chicas saliendo del agua sacudiendo la cabeza.

Decían dos tipos "sin ritmo" que era el mejor trabajo pop que se había escrito jamás (haz click aquí). Joder, qué razón tenían.

Dije en una entrada hace ya tiempo que un día hablaríamos más en concreto de este tema. Ese día llegó. Una de las de la isla desierta, Wouldn't it be nice. Gran Reserva.

Cosas buenas a tod@s.



No hay comentarios:

Publicar un comentario