lunes, 31 de diciembre de 2012

Paisley y rock

El término paisley podría traducirse al castellano, si nos permitimos cierta libertad, como cachemir. Y recalco lo de la "libertad" ya que no tenemos esa palabra en el diccionario de la RAE. Sí aparece cachemira como un tejido hecho con lana de cabra propio de la región del mismo nombre situada al oeste del Himalaya. Pero en el caso que nos atañe no hablamos tanto del tejido como del estampado. Un tipo clásico de diseño con formas más o menos de ameba y repetición fractal hasta el infinito (si metéis la palabra en Google y buscáis en imágenes tendréis de un vistazo una idea clara).

El término se utilizó también para definir un tipo de rock. En particular uno desarrollado durante los 80 que incorporaba detalles psicodélicos a músicas provenientes de totems de la década anterior, desde Byrds o Doors hasta la Creedence o los Big Star pasando por la inevitable Velvet o las guitarras escurridizas de Television. Uno de los grupos abanderados de este movimiento fue el que me ocupó la última semana laboral de este año que acaba en unas horas: The Dream Syndicate, y en particular su álbum Medicine Show, del 84, una producción de Sandy Pearlman.

Los Dream Syndicate nacieron en la soleada California a comienzos de la década de los pelos cardados y las mallas, fruto de la colaboración entre un sujeto llamado Steve Wynn y una individua que respondía al nombre de Kendra Smith. Luego vinieron Karl Precoda y, finalmente, Dennis Duck.
En el 82 ve la luz su primer y más conocido trabajo, uno de esos discos de la isla desierta llamado The Days of Wine and Roses. No es el que me ocupó esta pasada semana no porque ya lo haya mirado con la suficiente atención. Sencillamente equivoqué la carpeta y me encontré en el coche directamente con el trabajo que sucedió a éste, el Medicine Show que comento.


Los antecedentes con los que me disponía a la escucha no eran demasiado halagüeños. Esta galleta significó un golpe de decepción para crítica y ventas tras el pepinazo del trabajo del 82. Sin embargo su escucha me ha dejado un sabor de boca exquisito. Me ha gustado todo menos la portada. Me han encantado las guitarras de Wynn y Precoda. Ese sonido con su poco de óxido pero con una vocación melódica pegajosa y conzienzuda. El tratamiento de la voz de Wynn, muy en la línea de los trabajos de Pearlman, en un plano transparente por el que atraviesan las guitarras. Sin el... exceso(?) de realimentación de unos The Jesus and Mary Chain comentados en estas líneas hace poco pero con las trazas suficientes como para darle esa pátina de sonido que quiere mirar a la oscuridad sin decidirse a poner un pie en la sombra.

Me encantan títulos como Armed with an empty gun o Bullet with my name on it, esta última con una letra de las de mirarse y volverse a mirar y que merecería (merecerá) una etiqueta de lyrics en un futuro.

 Las colaboraciones dentro de la escena paisley fueron habituales, con el tiempo iremos descubriendo algunas. De momento un primer apunte de una escena de la que no habíamos tratado.

Cosas buenas a tod@s... y Feliz Año Nuevo!




domingo, 30 de diciembre de 2012

Días de música

Llevo unos días arriba y abajo con el tema de la música. Entre eso y no tener una conexión a internet a mano he dejado la cosa algo dormida. Me salté el post de Feliz Navidad y debo aún el disco de la semana donde comentar el Medicine Show de los The Dream Syndicate. A cambio he mantenido interesantes discusiones, he escuchado algunas cositas, he leído unas cuantas páginas sobre riot grrrls, el nacimiento del grunge y la movida de Olympia, me he perdido algún concierto teniéndolo todo ya atado (fin de gira de Guadalupe Plata en Úbeda), he atendido a algún otro (sesión de versiones de José Antonio García en Granada), me ha traído Papa Noel deseados discos (varios Zappa), bajo del coche después de varios cientos de kilómetros y me encuentro con Juan Alberto (Niños Mutantes) con el que cruzo unas palabras sobre las que reflexionaré un día de estos, y aún me dejarán pinchar en algún garito de esos en que no te limitan la imaginación y la voluntad (El Transistor, del amigo Jose Lobos).

Total, que llega el fin de año y me aturrullan los flashes de ideas y temas en los que me gustaría bucear.
Ante situaciones así, siempre la opción más simple. En otro momento, espero que pronto, me alargo más.

De lo leído, una porción eléctrica de ese movimiento femenino (no estoy convencido de hasta que punto feminista) que fue el de las riot grrrls. Chicas rockeras con ganas de armar ruido. Kathleen Hanna a la cabeza, con ustedes, las Bikini Kill. Otro día comentamos influencias varias.


Cosas buenas a tod@s...   y Feliz Navidad.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

El fin del mundo (punk)

Hay un hito en la historia de la música moderna que tiene lugar el 14 de enero de 1978. Se formaliza en una frase que Johnny Rotten (a la sazón vocalista de los Sex Pistols) suelta al público en San Francisco al terminar una interpretación de No Fun: Os habéis sentido engañados?. Bueno, lo dijo en inglés, claro, pero ese era el sentido de sus palabras.
Para la mayoría ese es el final del punk, del auténtico punk, de la idea original del punk. La música, el estilo, vamos, siguió, avanzó, se transformó, se reprodujo en after-punk, en post-punk, en new-wave, pero, sobretodo, el capítulo mencionado significó un corte con el pasado inmediatamente anterior.

Hoy no es el día de entrar en detalles a este respecto. Hoy es el día de tomar ese momento como punto de partida para lo que vino inmediatamente después. Lo que el protagonista principal (aunque no único) de la escena comentada realizó a continuación. Johnny Rotten recuperó su nombre de pila, pasó a ser Johnny Lydon de nuevo, y nacieron los Public Image Limited, o PIL.
La semana pasada vino conmigo en el coche su primer trabajo, un First Issue del que me gustaría pasar un par de líneas.

No me gustaría llenar el post de nombres, pero digamos que hay una bonita historia que contar respecto a qué ocurrió cuando Rotten decidió que abandonaba los Pistols y creo que resumirla no evitará que caigan algunos de ellos. Hay un personaje clave en esta historia, el magnate de Virgin Richard Brandson.
Brandson tuvo sus más y sus menos con el ideólogo y creador de los Pistols (Malcom McLaren). Esto, unido a la consabida desavenencia entre Rotten y McLaren, le llevó a estar pendiente de lo que allí se cocía cuando estalló la bomba y el vocalista punk por antonomasia soltó la frasecita de marras delante de la concurrencia de Frisco. McLaren mantuvo un antiguo proyecto cinematográfico (del que si toca hablaremos otro día) con Steve Jones y Paul Cook (guitarra y batería de los Pistols). Branson se llevó a Lydon a Jamaica y le puso a buscar autores reggae que potencialmente producir en Virgin.

De ahí nació un germen que acabó en la formación de un combo al que se unieron un bajo de antología (Jah Wobble), un batería con reminiscencias CAN (al menos para Lydon) llamado Jim Walker y, sobretodo, un guitarra de excepción llamado Keith Levene. Juntos conformaron PIL, y juntos dieron a luz en el 78 el First Issue que andaba escuchando.


Por tanto, First Issue, viene a ser el primer disco post-punk si en rigor queremos hablar. El primer adoquín de un camino nuevo que llevaría el espíritu del punk hacia territorios más contaminados, hacia la fusión con sonidos y texturas nuevas. De forma sutil en este primer trabajo, pero indicando un cambio, un giro en la dirección de consecuencias trascendentales. El mundo del punk había acabado. Quedaría el sonido, pero la verdad que pretendía vender se había esfumado. El contrasistema se había convertido en sistema. Había quien se podía forrar capitalistamente con el logo de éstos o aquellos. La hidra verde de siete cabezas se había comido de nuevo al chaval de la espada de madera (porque la misma hidra le había dado la espada de madera al chaval).

First Issue es un disco que escuchar. No he tenido tiempo de bucear como me gustaría en sus letras, pero sí en sus sonidos. No ha sido aquello de perder la cabeza, pero me ha intrigado, me ha absorbido a momentos, me ha grabado detalles y con seguridad lo recuperaré con el tiempo.

Hoy tocaba un post más de anécdota que de música. Quizás porque hay discos donde una cosa pesa más que la otra. De todos modos volveré en otras etiquetas a comentar algunos de sus cortes.

Hoy os quiero dejar uno que destila rock por los cuatro costados. Leí un avez una leyenda que contaba que lo grabaron Lydon y Walker, frente a frente, en una enorme sala de billar vacía donde la acústica encajaba con el deseo. Un trallazo. Volumen al 10 por favor. Annalisa.

Cosas buenas a tod@s.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Necesidades y superficialidades

El otro día volví a escuchar una frase que hacía tiempo que no oía. Venía a colación, colación muy de temporada, de qué regalar. Salió de por medio el tema de la música, de regalar un CD más en concreto. Una persona del corrillo comentó con cara de ligero desdén: "hombre, un CD... bueno, lo escuchas dos o tres veces, te hace gracias tres semanas... pero luego acaba arramblado y adiós".

No puedo vivir más lejos de ese comentario. No pretendo cambiar las ideas de nadie. Somos libres hasta cierto punto de elegir las cosas que amamos y entra dentro de la dignidad de cada uno que nadie le venga con monsergas respecto a lo que debe o no debe de amar. Pero, en cualquier caso, el comentario arriba citado respecto de un CD que te regalen me araña la chapa.

Ligando un tema con otro traigo hoy al blog a un grupo que, durante mucho tiempo, fue un conjunto de viernes por la noche. La banda sonora de mi ducha de las 19:00 horas, de rociarse el desodorante, de enfundarse la camiseta preferida, de palpar que la cartera estaba dentro del bolsillo posterior de los vaqueros y salir a la calle a quemar garitos y pelear hembras (que decía Serrat) con los colegas. Una banda que hace tiempo que se escurrió del mainstream y que, para muchos, se ha difuminado en la neblina del tiempo. Hablo del grupo de uno de los grandes del rock patrio Los Rebeldes de Carlos Segarra.


Y ligo ambos temas porque no puedo reprimir la sensación de que Los Rebeldes sería uno de esos grupos de los que el arriba mencionado pensaría que hicieron CDs que a día de hoy más vale que estén por ahí arramblados. Puedo escuchar frases del tipo "esa música es más vieja que la tós", o "eso ya está superado, ahora la música ha avanzado mucho, es bastante mejor". Disculpad la arrogancia del adjetivo pero si no lo suelto y me lo quedo dentro puede enquistárseme: "estimado comentarista, es usted un ignorante".

Los Rebeldes nacieron allá por el 79 de la mano del mencionado Segarra, Aurelio Morata y Moisés Sorolla. Dentro de una onda rockabilly catalana, encabezada por el entonces ya icónico Loquillo, que, de hecho, apoyó a Segarra en sus inicios como padrino musical, actuando como manager en sus interpretaciones e incorporándole a las suyas propias como músico. Versiones de lo más granado del rock cincuentero americano, en el caso de Segarra especialmente plasmado en sus covers del malogrado Eddie Cochran.

El primer trabajo del combo bajo su nombre (ya habían participado en Los tiempos están cambiando, el trabajo de Loquillo con Intocables del 80) ve la luz en 1981 bajo el título de Cervezas, chicas y rockabilly. En un momento donde el rock no era ni mucho menos el estilo dominante y cuando, desde Madrid especialmente, tomaban protagonismo las derivaciones de la nueva ola anglosajona y la incorporación de sintetizadores a las composiciones, gente como Loquillo y Segarra se agarraban a las raíces del rock cincuentero americano como a una tabla salvavidas. Generando el germen de lo que casi una década más tarde eclosionará como la etapa dorada del rock español.

Los Rebeldes volverán por el blog. Algunos de sus temas serán etiquetados dentro de la sección de himnos, y otros los recuperaremos por el simple placer de traerlos de vuelta a los oídos. Hoy me quedo con un tema del comienzo, precisamente aquel que daba nombre a su primera galleta. Una declaración de las intenciones juveniles y hedonistas de esta música del diablo que se dió en llamar rock'n'roll.

Cosas buenas a tod@s.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Las imágenes llegaron y rompieron tu corazón

Te escuché hace tiempo en la radio, en el 52,
recostado despierto, atento al sintonizar contigo,
aunque era joven, eso no impidió que me llegaras.

Se llevaron el mérito por tu segunda sinfonía,
reescrita por una máquina y nueva tecnología,
y ahora entiendo los problemas que puedes ver.

Me encontré con tus hijos,
¿Qué les dijiste?

El vídeo mató a la estrella de la radio,
el vídeo mató a la estrella de la radio,
las imágenes llegaron y rompieron tu corazón.

Y ahora nos encontramos en un estudio abandonado,
escuchamos la grabación y parece que hace tanto tiempo,
y tú recuerdas que la melodía decía... oh, oh.

Tú fuiste el primero,
tú fuiste el último.

El vídeo mató a la estrella de la radio,
el vídeo mató a la estrella de la radio.
En mi cabeza y en mi coche,
no podemos rebobinar, hemos ido demasiado lejos.

El vídeo mató a la estrella de la radio,
el vídeo mató a la estrella de la radio,
En mi cabeza y en mi coche,
no podemos rebobinar, hemos ido demasiado lejos,
las imágenes llegaron y rompieron tu corazón,
échale la culpa al grabador de video.

Eres una estrella de la radio,
eres una estrella de la radio,
el vídeo mató a la estrella de la radio
el vídeo mató a la estrella de la radio
el vídeo mató a la estrella de la radio
el vídeo mató a la estrella de la radio
eres una estrella de la radio,
eres una estrella de la radio,




Video original aquí.

El primer dia de agosto de 1981 comenzaba sus emisiones el canal musical televisivo MTV. Y lo hacía con el vídeo que, sobre este tema, hicieron Buggles (no el que se puede visualizar arriba de estas líneas sino el que viene enlazado a su pie. La razón de no colocar el original aquí es que la calidad del audio de la canción es menor).

Este es uno de esos capítulos que se mencionan en cualquier historia general de la música popular que se precie. No es el nacimiento del videoclip, pero sin duda es el hito (el "milestone" que tanto gusta a los anglosajones) que marca el uso del mismo como medio de exposición y promoción de un single. Y el título, ni hecho a medida: el vídeo mató a la estrella de la radio.


No la mató, es evidente. La era digital precisamente, contra lo que muchos pudieron haber pensado en aquellos setenta a punto de expirar y unos ochenta en ciernes,  ha significado el afianzamiento y la proliferación de radios en diversos formatos. Internet ha universalizado su uso y agrandado hasta la saturación la oferta. Al final se comprobó que el vídeo y la radio podían vivir juntos.

Pero volvamos a la canción. La compusieron entre Trevor Horn y Bruce Wooley. El primero, alma base de Buggles, estaba literalmente harto de andar buscando un mínimo de calidad en un grupo al que producir. Hay declaraciones de él hablando directamente de que en la época de surgimiento del punk y el DIY aparecieron centenares de grupos formados por chavales idiotas que no tenían la más mínima idea de utilizar sus instrumentos y que todo lo basaban en haber buscado un nombre más o menos interesante y con cierto gancho. Cansado de esa situación, se decidió a realizar e interpretar su propio material.

Así las cosas se unió con Geoff Downes y formó Buggles. Más tarde, en repetidas ocasiones, se ha arrepentido del ridículo (en sus palabras) nombre que le puso al grupo (algo que me ha costado acabar de traducir pero que vendría a ser algo parecido a "Los Cornetas"). Él que tantos nombres chulos había encontrado en aquellas fallidas producciones con anterioridad. Ironías de la vida.

El caso es que ambos (Horn y Downes) comienzan a trabajar material junto a Wooley y acaban sacando unos cuantos temas. Wooley, que nunca se había sentido parte de Buggles al cien por cien, decide marchar con un proyecto alternativo llamado The Camera Club, y se lleva consigo los temas en los que había intervenido en la creación (entre ellos el que hoy nos ocupa). Por este motivo, separado relativamente poco en el tiempo, aparece este corte en un álbum de Buggles (The age of plastic) y en uno de The Camera Club (English Garden). La versión de Buggles arrasará y dejará la de Wooley por separado como una anecdota que, a día de hoy, hace dudar del origen del corte.

Tema que, como mito que es, ha sido versionado hasta la saciedad por multitud de bandas y artistas, con mayor y con menor fortuna, todo sea dicho. A mí se me gravó ese comienzo a fuego en la memoria (y en la retina) y por tanto soy pelín taliban respecto a la versión de Buggles y sus covers.
Porque, esta vez sí, yo estaba ahí cuando pasó.

Cosas buenas a tod@s.

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I heard you on the wireless back in fifty two
Lying awake intent at tuning in on you
If I was young it didn't stop you coming through

They took the credit for your second symphony
Rewritten by machine and new technology
And now I understand the problems you can see

I met your children
What did you tell them?

Video killed the radio star
Video killed the radio star
Pictures came and broke your heart.

And now we meet in an abandoned studio
We hear the playback and it seems so long ago
And you remember the jingles used to go... oh, oh

You were the first one
You were the last one

Video killed the radio star
Video killed the radio star
In my mind and in my car
We can't rewind we've gone too far

Video killed the radio star
Video killed the radio star
In my mind and in my car
We can't rewind we've gone to far
Pictures came and broke your heart
Put the blame on VTR

You are a radio star
You are a radio star
Video killed the radio star
Video killed the radio star
Video killed the radio star
Video killed the radio star
You are a radio star
You are a radio star

domingo, 9 de diciembre de 2012

Despertarse, mear, beber café, oír una canción

Cuando consigo juntar varios días de vacaciones pero, por no ser suficientes, decidimos no ir a ningún sitio y quedarnos en casita, se produce el efecto furtivo matutino en que me despierto con la casa a oscuras (siendo, como es, diciembre) y en silencio. A hurtadillas salgo de la cama, paso por el lavabo, me preparo un café y me vengo a la pequeña habitación donde tengo el ordenador. Intentando no interrumpir el sueño de nadie.
Me siento, enciendo el aparato, conecto los auriculares, y comienzo a pasar un dial cerebral donde encontrar una canción que me encaje entre la cafeina y las aún adormecidas neuronas.
Esto de que levantarse y venirse a escuchar música sea todo uno, defiende mi mujer que forma parte de un trastorno obsesivo-compulsivo aún por diagnosticar. Yo lo llamo aprovechar el silencio.

Me ha traído otro recuerdo a la cabeza. Cuando era niño realizábamos en ocasiones viajes en coche de varias horas (hablo de ocho, nueve horas). Mi padre dormía mal la noche anterior y cuando se cansaba de la duermevela nos hacía a todos subir al Renault 8 y tirar millas. A veces eran las cinco de la mañana. Cuando ya tuve cierta edad me pedía que estuviese en el asiento del copiloto y que me encargase de que no faltase la música. Esto venía a significar, a fin de cuentas, que estuviese atento a cuando la cinta había dado la vuelta para cambiarla por otra. Podía decidir, pero dentro de un abanico formado por Julio Iglesias, Carlos Cano, Maria Dolores Pradera, diferentes intérpretes de copla, Raphael, ...

La sensación que tenía entonces no es tan diferente de la que me sobreviene ahora. Buscar las coordenadas que mejor encajen con la actitud cerebral bajo cero del recién despertado.
Llegué a la conclusión de que no existe la canción perfecta para esos momentos. En ocasiones la materia gris necesita silencio y cualquier música viene a perturbar ese remanso de paz solicitado, acelerando el despertar y poniendo en marcha la luz roja de la atención.

Tiro del recuerdo para traer al blog a un autor que podría ser un charco si no lo pensase lo suficiente, pero que creo que es más, o al menos fue más, que el personaje que nos llega a todos. Hablo de Julio Iglesias.

Me interesa bastante el Julio Iglesias de los comienzos, el que superó el accidente, el de los pubs ingleses, el que acudía con su guitarra a los espectáculos, el de los primeros festivales.  El que se puede encontrar si se escarba bajo el personaje parodiado hasta la saciedad. El Julio Iglesias de la segunda etapa, me refiero al Julio Iglesias que se comió a Julio Iglesias, no me interesa ya tanto. Lo pone más fácil para que mi atención se escape hacia otro sitio. Podía haber sido más, como un Elvis veguero y trasnochado, pero no quiso, y, en lo personal, es de respetar.

Escuché algunos discos de Julio Iglesias en aquellos viajes. Pero si se trata de la primera vez que lo traigo al blog, vaya con la canción que le significó la puerta que le abrió los platós de Televisión Española y los oídos del españolito medio: La vida sigue igual.
Con ella ganó el Festival de Benidorm de 1968 y con ella obtuvo el contrato de Columbia.

En el vídeo de la canción, más abajo, se le ve en una actuación para televisión promocionando su actuación en el Festival de Eurovisión de Amsterdam del 70, si bien allí no fue con La vida sigue igual, sino con Gwendolyne. Pero esa es otra canción.

Cosas buenas a tod@s.


sábado, 8 de diciembre de 2012

Electrones sonoros

Cuando uno remonta los ríos de la música electrónica antes o después acaba topándose con el combo que traigo hoy al blog, Kraftwerk
La espina dorsal de Kraftwerk la formaron clásicamente dos alemanes llamados Ralf Hütter y Florien Schneider que, allá por los años 60 se encontraron en Düsseldorf y comenzaron a compartir inquietudes musicales. Éstas acabaron generando un primer grupo y una serie de colaboraciones con diferentes artistas del entorno. Idas y venidas terminaron con ambos dando forma a un proyecto más estable (en cuanto a que ambos se decidieron por un nombre y por una línea). Había nacido Kraftwerk.

En este mismo blog ya hablamos hace unos meses del krautrock. Fue dentro de esa escena donde los primeros Kraftwerk comienzan a moverse, a indagar. No en vano el fundador de Neu!, que sería uno de los grupos abanderados de ese krautrock alemán de los 70, formó parte de aquellos Kraftwerk primigenios (hablo de un sujeto llamado Klaus Dinger). Y, ya que estamos por citar personajes significativos de este microuniverso, no pasemos por alto a Konrad "Conny" Plank, un ingeniero y productor que mucho tuvo que ver en aquella escena y del que, si toca, ya leeremos cosas dentro de un tiempo.


El caso es que esta semana vino conmigo en el coche el álbum que significó la consolidación y la internacionalización del grupo: Autobahn. Aquí uno, que alguna que otra carretera de Alemania ha recorrido, conoce el término a la perfección. Autobahn significa autopista en alemán. Y no es baladí que el álbum se llame así. Se trata, el que hoy tenemos entre manos, de un trabajo conceptual. unas canciones centradas entorno a un tema, en este caso la conducción a través de una autopista y la descripción de las sensaciones que provoca. La conducción monótona, la repetición de paisajes, el pasar de los coches, la noche y, finalmente, la parada en el área de servicio y la mañana que despunta.
Se trata de música ambiental, muy descriptiva, hasta el punto de jugar con los sintetizadores para emular sonidos reales del paisaje sonoro de cada situación, desde coches adelantándonos hasta pájaros anunciando el alba. Lo más parecido a esto que ha pasado por el blog son aquellas aventuras de Brian Eno en la cara B del Heroes de Bowie.

Trabajo básicamente instrumental donde no todo es electrónica, pero donde ésta tiene un papel predominante y puntero. Con unas voces incluídas en el primer, homónimo, y preponderante corte, algunas naturales y algunas pasadas a través de un vocoder (instrumento que, a partir de este trabajo, Schneider se atreverá a utilizar en directo en sus actuaciones).

Autobahn es para muchos "el" trabajo de Kraftwerk. La obra seminal que abre las puertas de la electrónica. Se entiende que, cuanto menos, una primera escucha se debiera de merecer, aunque sólo sea por coger un poco de culturilla. Sin embargo hay que tener cuidado. Si se es capaz de realizar el ejercicio de despojarse de prejuicios antes de entregarse a la escucha, y uno se zambulle en los sonidos de los alemanes sin prisa, entonces, puedes quedarte atrapado.
A mí el disco me ha encantado. Es cierto que no es lo primero ambiental que escucho, ni la primera eléctronia (lo que me ha hecho verle incluso un puntito de inocencia divertido), pero dejarse llevar por las sensaciones de esos más de veinte minutos del primer corte es alucinante. Tengo la melodía metida en la cabeza. Ayer cogí otro coche, teníamos que ir a un pueblo de aquí al lado pero tomamos la autopista, no puede evitar repetir ese mantra Wir fahr'n fahr'n fahr'n auf der Autobahn (conducimos por la autopista), con ese efecto de cámara frente al espejo que se genera cuando la letra concluye, después de describir por donde conduce la voz (está cantado en primera persona del plural), ponemos la radio y por los altavoces suena: "conducimos por la autopista". Bucle infinito.

Insisto demasiado en que cada música sirve para algo. Ésta no sirve para estar tomando pintas en el bar, pero eso no la hace inútil, al contrario, posibilita estrucura sonora a marcos que, de otra manera, tendrían que tomar prestadas sonoridades de otros sitios. Suerte que tuvimos quien se atrevió.

Dejo hoy el tema más inmediato del disco. No es el más significativo de lo que se puede encontrar en su interior, pero puede tirar abajo uno de los prejuicios ignorantes más extendidos: "la electrónica es chunda-chunda".

Cosas buenas a tod@s.



viernes, 7 de diciembre de 2012

Actitud y aptitud. HDMNSDSE: The Like

Hace un par de semanas me encontré con ellas. Se llaman The Like y son de esa ciudad que es una dama y que se llama Los Ángeles.
Encontrarse un grupo de chavalas sonando así da gloria. No es que hagan nada nuevo bajo el sol, pero me enamora su actitud.

La actitud es algo imprescindible. Dicen los que saben de negocios que son dos los ingredientes para triunfar: actitud y aptitud. La primera viene, en un porcentaje importante, de fábrica. La segunda se construye, partiendo de un mínimo imprescindible, a base de trabajo personal y tiempo. El ejemplo que suelen poner es el de las dos ruedas de una bicicleta, y ocurre que si una de las ruedas no puede girar por encima de una determinada frecuencia mientras que la otra sí, el conjunto entero se resiente. Siempre se viaja a la velocidad de la rueda más lenta.


Imagino que estas chicas no han llegado más lejos por su aptitud. Y el caso es que tenían todos los ases en su mano. Las miembros fundadoras del invento, dos chicas de quince llamadas Elizabeth "Z" Berg (voz, guitarra y letrista principal del grupo) y Charlotte Froom (voz y bajo) y una chica de dieciséis llamada Tennessee Thomas (batería) eran todas descendientes de gente muy introducida en el mundillo, desde A&Rs hasta percusionistas de bandas de primer nivel (como la de Elvis Costello). Vamos, que escuela no debió faltarle a las niñas. A poco que uno malpiense le da por vislumbrar movimientos orquestales en la oscuridad del tipo "a las niñas las colocamos aquí, o las ponemos a telonear aquí, o las radiamos aquí", pero no estarían en este post si no me hubieran llamado la atención. Y lo han hecho.

Me falta una persona del grupo. Una teclista que me ha robado el corazón y que se llama Annie Monroe (mira que hay apellidos para robarme el corazón y tuvo que escoger éste). Creo que toca el teclado por lo que he leído, cuando aparece me olvido.

Hace tiempo escribí un post donde reivindicaba la música ligera. Como comenté hablando de The Jesus and Mary Chain, la música no tiene que servir para algo determinado, ni siquiera se debe de escuchar toda de la misma manera. Eso da cabida a múltiples conceptos (por suerte), y transporta el quid de la cuestión a la calidad de la propuesta, a la actitud y la aptitud de los creadores y los ejecutores.

He dejado su MySpace en el enlace sobre el nombre del grupo, justo al arranque del post. Os dejo un par de ejemplos al pie. Hoy hay un cielo abierto espectacular. Casi bajo cero, pero es igual, me calentaré con su música... y con la imagen de Annie, ego peccator...

Cosas buenas a tod@s.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Un día perfecto.

El blog ha cumplido un año.

Tenía un post pensado donde hablar de las impresiones que sacaba después de este tiempo. De lo escrito, de lo publicado, de lo escrito pero no publicado, de las visitas, de las entradas más y menos visitadas, de por qué no tiene el blog seguidores aún, de los países de donde se recibe más actividad... al final nada. Lo intenté anoche y lo he intentado esta mañana, pero la vida tiene circunstancias que no se escogen y esas circunstancias hacen que uno no tenga ni cinco minutos de paz para sentarse, concentrarse mínimamente, y escribir. El placer de escribir.

Ahora tengo esos cinco minutos, pero tengo también la frustración y el cabreo necesarios para no querer entrar en esos detalles que mencionaba arriba y dejar lo que tenía escrito arramblado en el pozo de los drafts.

Cuando uno se encuentra en este cruce de caminos con forma de cruz invertida que conforman la frustración y la rabia (a niveles ínfimos, burgueses, pero frustración y rabia al fin y al cabo) piensa en qué canción esconderse. Y se me abren dos caminos.
Se puede uno entregar a una descarga que acentúe la sensación, como si de un intento de sacar toda la bilis se tratara. Guitarras poderosas y voces desgarradas. Tempos acelerados y secciones rítmicas atronadoras. Puede uno bucear por el metal o por la parte con más cuero del rock urbano de batalla.
O puede uno decidirse por entregarse a los brazos del cinismo, y decantarse por una melodía pausada y melancólica. Desnuda en su ejecución. Adornada con una voz grave y tediosa, dejada de la más mínima exhibición de sentimiento. Una canción sin melancolía, una mera ejecución de desidia elevada a su máximo exponente.

Hoy, el día del post de las cifras y las felicitaciones, el día en que pinchar el Birthday del álbum blanco, se ha convertido en el día de la mirada oblicua y el gesto adusto. Como cuando toca madrugar para acudir al trabajo después de una noche de concierto. Por suerte algunos de mis días duran veinticuatro minutos. E, incluso cínico, un día puede resultar perfecto.



Cosas buenas a tod@s.



domingo, 2 de diciembre de 2012

¿La segunda banda más importante de la música popular?

Leí una vez, no recuerdo exactamente en qué libro, que The Velvet Underground había sido la banda más influyente de la historia en lo que a música popular se refiere. Para alguien acostumbrado a escuchar el nombre de The Beatles sobre la misma sentencia, la cosa no dejó de tener su impacto visual.
En otro tiempo, en otro lugar, leí que la línea pasaba de Elvis Presley a The Beatles, y de éstos a la Velvet. No había habido nadie, quizás un reconocimiento "oficioso" (como si no lo fuera toda esa clasificación) ex-aequo a Michael Jackson, que hubiera influido de forma tan decisiva en la musica hasta el punto de girar su dirección de avance.

Y tomo este punto de partida porque creo que, de los cuatro nombres mencionados arriba, el de la Velvet es el menos conocido. No tanto por no haber escuchado el nombre en sí mismo, sino por haberse acercado a su música, a su especial y particular sonido. Hoy, por eso, quería acercarme un poquito a la Velvet, y hacerlo, además, a su lado más amable.

Es tremendamente complicado sino imposible que alguien sea completamente independiente. Creo que la razón última se encuentra en la propia naturaleza de nuestro cerebro. Nos pasamos los primeros años de nuestra vida aprendiendo y asimilando todo lo que nos rodea. La información es práctica, nos ayuda a la misión primordial que tenemos, sobrevivir. Seguramente ese patrón nos marca de por vida. Impermeabilizarse a los estímulos del entorno puede ser más perjudicial para nuestra psique que el digerirlos y transformarlos en productos más o menos personales tras filtrarlos por nuestro propio tamiz. (ese que hemos fabricado, a su vez, fijándonos en los tamices de otros).

Por eso mismo había vida antes que Elvis, y antes que Lennon, y antes que Reed. Y fue la influencia de esa vida la que les permitió desarrollarse. Todos tenemos ídolos y modelos. Incluso los nuestros a su vez.

Hoy no toca hablar de Elvis ni de los "sin ritmo", de forma que diremos que la Velvet Underground tuvo un origen en el tiempo anterior a su formación. Una primera transformación del sonido en la que cabe anteponerse a los primigenios acordes garageros de grupos como The Sonics o The Seeds para acabar en la maravillosa eclosión que significaron The Stooges en Detroit (sin olvidarnos, sin salir de la Motor City, de los MC5). El objetivo era transformar el sonido. Más que transformarlo, ensuciarlo. Preguntarse por los límites de los propios instrumentos y probar de llevarlos hasta ellos. Eso es evolución. Modificar las frecuencias, alterar las afinaciones, probar y trabajar, y trabajar.

Todo esto estuvo en el ánimo de Lou Reed y John Cale, uno de esos encuentros fortuitos a los que estar eternamente agradecidos. La conexión Reed-Cale (que en seguida sumó la ejecución personalísima de Sterling Morrison) permitió un producto que, si bien no alcanzó en sus inicios la repercusión social que a día de hoy tiene (incluso con la mediación de Andy Warhol de por medio), sí abrió las orejas y el resto de los sentidos a sucesivas generaciones de músicos por venir. Decía Brian Eno que si bien del primer trabajo de la Velvet se vendieron tan solo treintamil copias, cada uno de los que se había hecho con una había formado su propia banda.

Como decía, se trata de un primer apunte, así que no ahondaré más. Vendrán más cosas de éstos en un futuro. Pero decía también que me gustaría comenzar por su cara amable. La de sonidos mucho más inmediatos. Posiblemente empezar así contradiga la apertura de boca de lo escrito arriba, pero siempre me atrajo la idea aquella que me contaba un colega dibujante: Mondrien pintaba cuadros de colores porque ya había dibujado demasiadas manos. Traducido, una cosa es sonar distorsionado porque no sabes hacerlo de otro modo, y otra diferente es sonar distorsionado porque el tocar en tono ha dejado de transmitirte nada.

Una cancioncita muy de domingo por la mañana. Como la despejada y fría estampa que tengo hoy al otro lado del vidrio de la ventana. Un pequeño himno.

Cosas buenas a tod@s.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Una dama indispensable

Existe una escena de damas de la música folk americana (aunque aquí podríamos decir country sin miedo a errar mucho el tiro) de una repercusión local (local a nivel de país, USA) máxima pero de una limitada proyección a nivel europeo. No se trata, en ningún caso, de una escena underground para el público del viejo continente, pero chocan las cifras que consigue en su país natal con el impacto en la capa cultural e industrial del ánimo musical europeo.

Una escena compleja y poblada, capaz en algunos territorios de hacer sombra y enmudecer a otros estilos presupuestamente monopolizadores de medios de masas. Escena que se entremezcla a veces con otras esferas adyacentes y genera productos que sirven de puente, a menudo, entre habitantes de uno y otro círculo.

Hoy traigo al blog a una de las damas que reina en esta escena: Emmylou Harris.
Esta semana he estado escuchando uno de los dos trabajos que publicó en 1975: Elite Hotel, una reunión de canciones de diferentes autores, desde su adorado Gram Parsons hasta los mismísimos Lennon y McCartney. Pero un resumen del resumen de la persona primero.

No me gusta volcar en los posts cientos de datos. Me aburren los posts que me hacen eso a mi. Sin embargo me gusta utilizar cada uno para aportar un pequeño grano de arena al dibujo de un tema, un autor o un álbum. En el caso de la de Alabama me gustaría volver a insistir en que es una de las más populares intérpretes de la música folk y country norteamericana. Ganadora de doce Grammys (doce!, uno de ellos precisamente por esta galleta),  y colaboradora de gente tan conocida como el citado Parsons, Willie Nelson, Johnny Cash, Neil Young o Bruce Springsteen (por no hablar de otras damas de la escena como Dolly parton o Linda Ronstadt).
El cancionero que Harris ha abordado en su extensa carrera es impresionante. Un descenso a las entrañas del corazón musical americano (y en ocasiones no exclusivamente americano) donde navegar por nombres significativos y esenciales en el quien es quien del mapa cultural folky. Nombres que mejor no listar hoy, aunque si podemos hacer otra cosa...

... mencionar algunos de los que se recogen en este álbum. Me voy a centrar en tres obviando la versión del Here, There and Everywhere que se recoge en el séptimo corte. Razones sentimentales me hacen elevar su versión original (de este trabajazo que fue Revolver) por encima de todas las covers del mismo que he oído hasta el momento.
Empecemos por Gram Parsons y Chris Hillman. Aún no hemos hablado en este blogen en serio de The Flying Burrito Brothers, ni siquiera hemos mencionado con propiedad a The Byrds (cuánto queda por hacer...), de forma que sólo mencionar que estos dos formaron parte de ambos grupos (pájaros primero, burritos más tarde). Hillman escuchó a Harris, quedó prendado de ella y la recomendó a Parsons. El flechazo fue inmediato y el resultado insustituible. Luego vino la muerte accidental y repentina del primero y la resaca que eso supuso sobre el enfoque sentimental de Harris a lo largo y ancho de su carrera. Dos versiones de temas de ellos en este álbum: Sin City y Wheels (de la que reconozco me sigue tirando más la original).
Y un tercer nombre de excepción. Otro de los padres del sonido country y folk americano: Hank Williams, el iniciador de una interesante saga de la que quizás otro día hablemos. Williams es de los que se han de conocer aunque sea por tener una culturilla musical de esas de salir del paso. Otro hijo de Alabama que marcó las guías por las que muchos tras él encaminaron sus pasos. En el Elite un tema titulado Jambalaya, a mi juicio, por desgracia, de la mitad que menos me atrajo.

Me da la impresión que voy metiendo más nombres de los que debiera para no perder el interés del lector pero a la vez siento que me dejo injustamente muchos que debieran aparecer. Por eso resumiré en una línea que un tal Brian Ahern produjo este disco, y produjo muchos más, tantos que cabría decir que es, sin duda, uno de los grandes padres del sonido country americano. Otro día hablaremos más de él.

Emmylou Harris. Si da la casualidad de que no os habíais parado a escuchar algo de ella, no lo dudéis, intentadlo. Y con un poco de curiosidad buscad quien es el autor del tema que interpreta. Estaréis entrando de cabeza a la fiesta de la música tradicional americana.

Un tema, para acabar, de un sujeto que respondía al nombre de Buck Owens, Together Again. Qué cositas hace ese piano pasado el minuto y medio...

Cosas buenas a tod@s.