viernes, 30 de agosto de 2013

Llegar a un punto para salir camino de otro

He tenido que rehacer el post desde el principio. Borrarlo y comenzar de cero, vaya. Estos cuatro meses de parón me han quitado la costumbre o me han dado perspectiva suficiente como para avergonzarme de lo que escribo. En cualquiera de ambos casos me cuesta encontrar la forma.

Y todo venía porque no sabía como hablar de Ted Templeman. No de todo Ted Templeman, sino de una parte pequeña del mismo, apenas una duda que me da vueltas a la neurona. A ver si soy capaz de poner las cuatro ideas en orden.

Templeman es un productor musical. Hasta aquí bien. Posiblemente no es el mejor productor musical del mundo. A buen seguro no es un nombre que aparezca en una conversación con facilidad, incluso en una conversación sobre rock. Pero el de California tuvo dos momentos trascendentes en la cosa esta de la música popular. Ayudó a definir el sonido y a generar la imagen de dos grupos, estos si, más que conocidos y radiados: The Doobie Brothers y Van Halen.

Y todo esto viene a raíz de que esta semana le he estado dando vueltas a temas sueltos de los Doobies, fundamentalmente de su primera etapa. Otro día ya traeré a Van Halen.


Templeman fue el gran productor de los Tom Johnston, John Hartman y compañía, unos chavales que, a finales de los sesenta, buscaban un sonido y una oportunidad para reproducirlo. No lejos de la movida californiana del cambio de década (no en vano fue al encuentro de Skip Spence, ex-Jefferson Airplane y fundador de Moby Grape (por no olvidar su guitarrero origen en unos Quicksilver Messenger Service iniciales), que pudieron llegar a conocerse), no lejos de la movida californiana del cambio de década, decía, los DB eran unos tipos que se desfogaban en la escena motera del norte de California, como banda recurrente en celebraciones varias de capítulos de Hell's Angels y almas gemelas.

No he sabido encontrar grabaciones de los DB anteriores a sus trabajos con Warner Bros bajo la producción de Templeman (sé que existe un CD de bootlegs llamado On our way up, pero no doy con él), pero leo que su sonido era más roquero en el sentido literal del termino, más desnudo y directo, más cuero, rugido de Harley y jarra de cerveza, vamos. Fue Templeman el que sacó ese punto acústico de raíces folk que puede encontrarse en sus primeros temas editados.

Pero el sonido de los DB me desconcierta no por esa mezcla rock-folk. No fueron los primeros (su primer trabajo se edita ya en el 71, con un Highway 61 revisited, la mítica electrificación Dylaniana, seis años ya en las estanterías). Es el toque funk lo que me deja listo. Ese rasgueo tan característico con que arranca el Listen to the music, con que avanzan el Long train runnin o el Take me in your arms. Lo traian de casa? se los sacó Templeman? He aquí la duda con la que ahora me rasco la mollera mientras pincho aquí y allá todo lo que encuentro a mi paso de los chicos del estado soleado.

Posiblemente la solución se encuentre en un punto intermedio. Por un lado un tipo como Johnston ha citado en repetidas ocasiones a James Brown entre sus referentes musicales de primera juventud, y, sinceramente, no creo que fuera del padrino del soul de quien extrajese al alma folky. Algo quedaría de todo eso y algo detectaría seguramente Templeman con buen oído y paciencia para hacerlo encajar con el material con que contaba. No he nombrado aún a Patrick Simmons, la otra guitarra del inicio de los DB, y el otro compositor del grupo cuando todo echaba a rodar por vez primera. Sin embargo parece que fue mucho más el peso de Johnston que el de éste último en encontrar la raíz R&B que me perturba. De hecho, los tres temas que menciono arriba son obra de Johnston excepto el tercero, adaptación de un tema de los míticos Holland-Dozier-Holland que ya traje por aquí. Más soulero complicado.

Así que en definitiva, llego a un punto para encontrarme una pregunta que habré de resolver (si lo hago) de la única forma que conozco, cogiendo otro camino. Soul, rock y folk.
Disculparán que de la versión que La Unión hizo por estos lares del Long train runnin ni hable.

Favor escuchen esta entrada con auriculares: la guitarra de Johnston tras la oreja derecha (por que es que se oye detrás de la oreja), bajito, para recibir en el segundo compás a Simmons, y enseguida la base rítmica, con una línea de bajo perfectamente audible llevando la melodía... aún nos queda la música.



Cosas buenas a tod@s.

lunes, 26 de agosto de 2013

HDMNSDSE: Miskins Ronson

Este verano subí a "la sierra". Si eres de Granada no hay mucha confusión que quepa. Tres mil metros te resuelven cualquier duda al respecto.

Allí ví un cartel de lujo para una noche de rock baja en oxígeno pero suficientemente llena de gases alucinógenos de esos que se respiran por las orejas.
Leyendo un artículo al respecto llegué a los Miskins Ronson.
No está todo perdido.

Escribir lo que conozco sería repetir lo que ya el artículo brevemente expone, de forma que me limito a apuntarlos en la neurona (ya saben, aquella a la que le dejó espacio la neurona que me dijeron que se me había muerto (sic Faemino y Cansado)).
Otro apunte a margen de página.

Cosas buenas a tod@s.


domingo, 25 de agosto de 2013

Talento y pelotas

Las consecuencias son habitualmente hijas de muchos padres.

Le decía, más o menos, Ilsa a Rick: "el mundo se desmorona y tú y yo nos enamoramos" mientras los alemanes se cernían a las puertas de París. Escogemos una parte menor de lo que nos ocurre, por más que pretendan hacernos creer lo contrario. Seguramente por eso vuelvo hoy al blog.
Extirpada, como si se tratase de una biopsia figurativa, la necesidad de continuidad en el mismo (meses me ha llevado), encorbo de nuevo la espalda sobre el teclado y me amorro a la botella del licor mas enganchoso, ese que cuenta que alguien te lee una vez escribes. Esa retroalimentación que te demuestra que has dejado por unos minutos de ser un personaje de la Universal de los años 30, digamos... Claude Rains.
La mise en place se complementa con el capítulo uno de una serie americana, un libro clarificador sobre los efectos del siglo XX en la música clásica y la escucha de unos que viven dos puertas más allá de la mia, y que han tenido el talento y las pelotas de versionar y pasear por España uno de los grandes roscos de la historia de la música popular. Y, ahora, el pincel de las acuarelas...

El Jueves por la noche mi guarri y yo le dimos al play y nos sumergimos en la ficción gamberra y sofisticada de Californication. Si la han visto ya saben de qué hablo. El tipo de Expediente X fantaseando que camina hacia una iglesia para recibir la inesperada felación de una monja (me jode cuando no soy el primero en algo). Un coro celestial apunta (me hubiera gustado utilizar "farfolla", pero no sería exacto) los acordes de un himno personal. Luego una escena de cama, un marido cornudo cabreado y Hanky saliendo escupido con su Porsche tuerto bajo (plano picado) los embalsamadores acordes de You can't always get what you want. Se me ocurren formas peores de comenzar una serie.


Alex Ross es un tipo que sabe de música. Su primer libro se tituló All the rest is noise. Aquí un snob decidió traducirlo como El ruido eterno (ignoro si por algún transtorno onanista chandleriano). Me lo regalaron el pasado Sant Jordi y este verano me llegó la hora de aguantar la respiración y meterme en sus movidas. Ahora escucho La consagración de la primavera mientras busco más capítulos de Californication por canales de la red. Yo no hacía estas cosas antes, lo juro. Sacaré historias de ese libro que traeré cuando me dé la gana (o me lo tomo así o no vuelvo a escribir en la puta vida), perdón, quería decir cuando a mi jefe le dé la gana. Desde la movida punk de Schoenberg (ya nos podemos reir de McLaren) hasta esa Leningrado de Shosktacóvick sonando ante el ejército alemán en puertas.

Y el tercer punto de apoyo que delimita el plano de la tabla que nunca cojea: los Señor Mostaza y, perdón por la insistencia, su talento y sus pelotas para tocarse el Revolver de los sinritmo sin complejos ni papeles de fumar con que agarrar pequeños apéndices. Hoy hemos comido los tres con ellos de fondo... bueno, no tan de fondo. Diagnóstico: Olé. Por mil razones. Eso sí, creo que me costará volver a pasar por ahí (y es que una cosa no quita la otra). Les reconozco el mérito pero cosas como las de And your bird can sing o Here, there and everywhere.... ay!, me movía en la silla como si la tanga me estuviera dejando marca en la rabadilla (y eso que hoy, ayer tampoco viciosillos, no comía en tanga). Estuve colgadete con los Mostaza este verano con un tema que me llamó mucho la atención cuando lo oí: Momento Garci. Conozco alguno que, si no la ha oído, la transformará en canción del Septiembre particular. Musicazos.
Como no encuentro sonido potable en youtube, versión del Spoty:
Señor Mostaza – Momento Garci

Poco más. A ver si no tardo otros cuatro meses en volver a escribir algo.  Y a ver si algún feedback benefactor empuja a mi vanidad a llevarme a ello.
Cosas buenas a tod@s.