sábado, 22 de noviembre de 2014

La importancia de lo que no se elige

Esta última semana me ha acompañado en el coche el señor Woody Guthrie. Es posible que usted no le conozca, aunque hay más posibilidades de que sí, ciertamente. Guthrie fue un cantautor norteamericano que nació allá por 1912 y que murió en el 67. Un tipo singular, con una circunstancia que le transforma en una pieza referencial de la música de autor yo diría que a nivel mundial.

Pensaba el otro día sobre el particular, tras leer un artículo de Wilma Lorenzo respecto del nuevo pop rock español. Y me preguntaba qué mueve hoy a un chaval de dieciséis años a coger una guitarra y plantearse ser músico. Y me cuestionaba qué llevó al joven Woody a coger una armónica y comenzar a tocar. Seguramente hay un punto común generacional, pero existe un hecho diferencial innegable que carga de autenticidad el trabajo del de Oklahoma, de la misma forma que carga las interpretaciones de aquellos negros que tomaron las guitarras en las viejas plantaciones de algodón estadounidenses y comenzaron con el blues rural de las primeras décadas del siglo XX. Hay una verdad detrás. La hay en los versos de I ain't got no home in this world anymore y existe por supuesto en aquella espectacular estrofa:

As I went walking, I saw a sign there, // Caminando, vi una señal
And on the sign there, It said "no trespassing" // y la señal decía "prohibido el paso"
But on the other side, it didn't say nothing! // pero en el otro lado no decía nada!
That side was made for you and me. // ese lado estaba hecho para ti y para mí.

Imaginen ustedes que nacen en el seno de una familia rural de honda creencia política, de la banda demócrata que escora a la izquierda; imaginen sobre esa circunstancia una madre enferma y una tremenda crisis que obliga al padre a emigrar a otro estado dejando su familia atrás. Añádanle una catástrofe natural como fue el dust bowl en una región profundamente agrícola y, por tanto, absolutamente dependiente de factores medioambientales. John Steinbeck lo describió como nadie, John Ford nos lo mostró como nunca.

Es entonces, unido a cientos de granjeros y familias, que Guthrie se convierte en altavoz de los desheredados. Transforma sus vivencias pero sobretodo sus anhelos, reivindicaciones y pesares en canciones. Y es entonces cuando nacen el Dust pneumonia blues o la hipnotizadora Vigilante man.
No está inventando parajes, está tomando fotografías mentales que transformará en gran parte en las melodías que nos han llegado y que concretó en una primera etapa durante su estancia, a finales de la década de los 30, en California, de la mano de una emisora local orientada hacia el hillbilly y el folk propiedad de un político demócrata.

Más adelante, por motivos que no son tampoco objeto de esta entrada deja california y acaba, pasando por Texas, en New Jersey, donde Alan Lomax realizará las grabaciones que se incluyen en la biblioteca del congreso. Podéis escuchar cosas acerca de su figura aquí.

El peso de lo que no se elige nos determina de forma concluyente. Más aún si esa parte tiene condicionantes tan definitorios como la pobreza o la desestructuración familiar. Rasgos que determinan de forma fundamental una filosofía de vida. Algo que la canción que los recoge no puede disimular. Woody Guthrie puede gustar o puede no gustar, pero no está mintiendo a nadie.

Cosas buenas a tod@s.


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