domingo, 2 de noviembre de 2014

Retorno de inversión

En estos tiempos revueltos (cuáles no lo son?) cuesta entender un concepto como el "retorno de inversión", especialmente cuando dicho retorno se concibe desde una perspectiva ancha y comunitaria. Me explico. El individualismo, algo tan viejo como el viento, nos empuja a calcular los pasos dados de forma que, de algún modo, nuestro esfuerzo se vea recompensado sobre nosotros mismos. Este estrecho ángulo de visión nos impide la perspectiva lateral de la influencia sobre nuestras personas de la comunidad, parte esencial de cada uno al fin y al cabo. Y quién invierte en esa comunidad? esto es algo de lo que no siempre somos suficientemente conscientes: nosotros mismos.

Cuando una universidad privada decide invertir parte de sus ingresos en generar un proyecto como una emisoria de radio del campus está demostrando un compromiso con su comunidad encomiable. Este sentido, más común en otros países que, por desgracia, en el que me ha tocado vivir, siempre genera, de forma difusa pero sostenida, un impacto positivo en el entorno. Por una lado creando vínculos que ayudan a la cohesión del colectivo, por otro posibilitando a los que forman parte de la aventura de forma más directa un acceso sin intermediarios a conocimiento, ilusión y disciplina, tres elementos básicos que combinados rara vez no desembocan en resultados notorios.

La WHRB es una emisora de radio de Cambridge, Massachusetts, operada por estudiantes del Harvard College. La podéis encontrar aquí y permite, obviamente, su escucha on-line. Este proyecto nació al inicio de la década de los 40 del pasado siglo y fue creciendo hasta convertirse en emisora comercial a finales de la década siguiente. Un rápido vistazo al menú de su página de acceso en internet le permite a uno comprender en qué basa su programación. Música de profundas raíces norteamericanas: jazz, blues, hillbilly, pero también música clásica y una sección llamada The Record Hospital donde encontrar ritmos más r'n'r. Su escucha le sume a uno en la mortificación de la ignorancia, por un lado, y en la excitación ante lo desconocido. Aconsejo que prueben la experiencia.

Ahora, lo comentaba, es una emisora comercial, es decir, se ha convertido en una entidad privada con (entiendo) ánimo de lucro. Pero el concepto sigue estando presente. Lo está en el hecho de mantener activas sus "orgías", por ejemplo. Desarrollemos esto. La emisora sigue estando alimentada por una filosofía de "college radio", es decir, la llevan estudiantes de Harvard (desconozco hasta qué punto asesorados o dirigidos por profesionales del sector) y, como tales, chavales aún adscritos a una rutina de semestres y exámenes. En épocas además similares a las que tenemos aquí: una primera etapa en torno a enero y una segunda en torno a mayo. Debido a que deberían de ser periodos de concentración y estudio, los estudiantes disponían de menos tiempo para con sus responsabilidades al frente de la emisora, de manera que acabaron desarrollando el concepto de "las orgías", periodos de emisión continuada de música sin cortes publicitarios ni intervención de locutor alguno. Con una particularidad, se emiten de forma continuada los trabajos completos de un compositor, un sello discográfrico o un género. A piñón fijo.
Y parece ser que todo lo comenzó un alumno allá por el 43 cuando, tras haber aprobado un complicado examen, decidió poner en antena de forma continuada todas las sinfonías de Beethoven en orden.

Pero inicié el post hablando del retorno.
De forma difusa toda esta actividad cala y ahonda en la comunidad. En ocasiones, además, cuaja en algún sujeto concreto que destaca, generando así un caso paradigmático que siempre puede servir de retroalimentación positiva del proyecto. La WHRB tuvo este ejemplo, un chico afroamericano llamado Tom Wilson.

De Tom Wilson ya hablamos por aquí hace unos meses al comentar el primer disco de los Mother of Invention, y de nuevo me lo he vuelto a encontrar hace poco en un artículo que sobre Simon & Garfunkel ha editado Efe Eme en su primer cuaderno (otro día hablamos de esto). Wilson fue uno de los grandes productores de la música popular en las décadas de los 60s y los 70s. Presente en algunas de las más conocidas canciones de los más insignes artistas. En referencia a los dos mencionados anteriormente, fue Wilson quien cogió The Sound of Silence y le dió el gancho que se habían dejado en el camino Tom y Jerry. Comenzó a radiarse y se disparó en el imaginario colectivo. Precisamente estaban éstos en Europa cuando les sorpredió su tema encaramado en lo alto de las listas de éxitos. Volvieron a America y el resto es ya historia.
Os dejo más abajo las dos versiones, la original del Wednesday Morning, 3 AM. y el resultado tras el paso por las manos de Wilson.

Tom Wilson admitió en alguna ocasión que su conocimiento musical, su cultura y su bagaje no hubieran sido los mismos sin haber pasado por la WHRB.
Eso es retorno.

Cosas buenas a tod@s.


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